24 abril, 2012

Primer premio de concurso de narración corta: "El reflejo de tu presencia"





          Me sentía pesada, mis manos sentían la atracción que la tierra ejercía sobre mí., mis piernas… mis piernas iban perdiendo la fuerza que hacía tan solo unos minutos habían consumido. Yo, envuelta en aquel suave y frágil, pero frío terciopelo me sentía protegida. Aún escuchaba a Papá ultimar los detalles de aquel triste festín. De repente, sin apenas darme cuenta estaba frente a la ventana, mirando aquel increíble paisaje deshabitado. Me sentía cansada. Mis ojos no querían seguir mirando lo que mis oídos dejaban de escuchar. Aún así deseaba continuar dejándome llevar por aquella fuerza más fuerte que yo.

          Me envolví en aquel cálido clima creado por mí, ahora la sensación había cambiado. Me sentía emergente en un espacio desconocido, el cual producía en mí la mayor atracción que jamás antes había sentido. Aquella enorme y profunda  a curiosidad. Sentía el cálido frío sobre mi piel. Entonces, escuché ese sonido, sí, de repente me sentí aturdida, el corazón intentaba imitar aquella estrella fugaz que mis ojos nunca apreciaron, quería escuchar, intentaba sentir aquel sonido que a mis ojos alteraba.
Era él, mi corazón palpitaba unan vez más a una inverosímil velocidad, sentí de nuevo su olor, su mirar, la emoción de volver a sentir su presencia, de sentir que podía volver a mirarlo, solo eso, mirarlo. No encontraba el lugar en el que se hallaba aquel ser que atrajo mi admiración. Tenía tantas cosas que contarle, tanto que decirle, tenía tanto que demostrarle, brindarle todo el amor que un día hizo que en mí creciera. Me encontraba envuelta en otro clima, un clima iluminado, con aquel olor que en mi causaba tal sensación.
La necesidad de volverlo a ver era tan intensa que sentía el viento chocar sobre mi cuerpo al correr en contra de la vida. Alejarme quería para solo verlo. Llegar a donde quiero pensé, no importaba nada ni nadie, solo él. Sentía que se me hacía tarde, que alguien me arrebataba  la dicha de volverlo a ver. En esos momentos solo recuerdos a mi razón llegaban y todos en los que él a mí me acompañaba. Tengo miedo a olvidarlo, pensé, porque en el en mi vida fue el órgano más importante. Y ahí fue cuando me pregunté: Ahora, ¿Sin vida me quedaré?
Ese fuego me quemaba y el agua de mi cuerpo evaporaba haciendo sudar las ventanas de mi alma seguía creciendo, aumentaba con el paso del tiempo. Me sentía lejos de su cuerpo y es que a unas manzanas de su cuerpo equidistaba. Obligada estaba a abandonarlo durante unas horas, pero al extrañar su presencia me dispuse a buscar su alma. Sentía su olor, su voz y su calma pero no lograba ver aquella flor que poco a poco fue marchitada. Por culpa de la vida fue un cuerpo destruido, llevado a un límite ilimitado hasta que su piel si brillo fue quedando. Pero seguía con la ilusión de verlo cada mañana inmóvil como el naranjo con el que él soñaba.
Al ver que llegó el día en el que mi más valiosa flor se marchitaba, mi cuerpo solo se lamentaba por lo que sin más la vida se llevó. Eso pensaba yo mientras mi mente seguía con la ilusión de volver a escuchar aquella voz insípida y aquel olor que mi mente olvidó. Esa flor mis sentidos alteró el día  que dejó de oler, y el día que olvidé el sonido de sus hojas mover. Y es que quería recordar cuando su sombra me protegía con su estricta postura, a la que solo la niña pequeña que fui consentía.
¡Lo vi! ¡Allí está! Me propuse no pensar para ningún detalle dejar escapar. Le prometí que lo encontraría y junto a mí de nuevo lo traería. Ya no sentía humedecido el reflejo de mi vida y me sentía tranquila porque mi vida nadie aturdía.

Junto a él me encontraría, si él me revelara el camino hacia su compañía. Pero ya no lo escucho, ya no siento su olor. De nuevo saludé a lamento, una persona lastimosa, con presencia de tristeza vestida de nostalgia, una marca tan común que todos vestimos en momentos dolorosos de la vida. Le pregunté por él y tampoco sabía donde se hallaba, me dijo que a mi corazón le preguntara, pero cuenta no se dio que yo también desconocía el lugar en el que se encontraba.
Estaba jugando contra reloj en un mundo desconocido, corría en el vacío de aquel imposible. De nuevo lo escuché y lo sentí, me envolvía entre su manto, aquellos lazos que yo no recordaba, que volvían cálida la ilusión de mi alma.
Lo vi, lo sentí y lo escuche, y de nuevo sentía como el vapor de mí alma sus hojas regaba. Le pedí no olvidarlo, le conté que sin el mi vida yo abandonaría, que con el despedí las fuerzas que me pertenecían y que sola no resistiría en el vacío de una vida sin corazón. Él a mis plegarias no contestó y sin más desapareció y de nuevo mi vida se envolvió en un clima cruel.
Mas tarde en mi interior escuché algo que no podía retroceder, sentí con ritmo mi vida, puntadas latidas de él. Sentí que alguien me protegía y que en la atmosfera vacía de esta cruel vida, alguien, desinteresadamente me abrigaba desde el interior de mi ser.
Y ahora, es cuando pienso que el jamás me abandonaría y que en mi interior permanecería el resto de mis días. Sentí que de nuevo me caía, alguien me movía, tras las ventanas de mi alma pude observar la sombra de la que me dio la vida. Entre sus brazos me encontraba, dándome el amor y el calor que él con su cuerpo se llevó.

          Después de una lucha contra reloj, era hora de decir adiós. La vida desplantó lo que un día regaló sin pensar que en mí causaría la mayor admiración hacia la persona que siempre me protegió y su corazón me regaló.
Regalándole mis últimas palabras, a él le susurré que juntos siempre estaríamos y que de mi corazón formaría parte por siempre, hasta el fin de mis días, porque olvidarlo sería imposible ya que el reflejo de su rostro se encuentra reflejado en quien aporto el fruto para mi vida, y su presencia en  mi cuerpo continuaría.


30 marzo, 2012

Eres quien fue y será quien fuiste.


Y si al cerrar los ojos te veo, los seguiré cerrando. Y si al pensar y pensar veo tu rostro, seguiré pensando.  Y si tengo que dar todo a cambio de no olvidarte me quedaré sola. Y si para escuchar  tu voz tengo que dejar de escucharlo todo y centrarme solo y únicamente en ti, lo seguiré haciendo. Y si para que me escuches tengo que gritar  hasta quedarme sin voz, gritaré hasta no poder hablar. Y si para sentirte tengo que dejar de sentir, dejaré de sentir. Y si por las noches siento ese dolor que siento al pensar que ya no estas, sufriré. Y si cuando pienso en ti te extraño, me sentiré la persona más dichosa y feliz del mundo porque jamás se me ha regalado tal privilegio. Extrañarte, para mí, significa saber que fuiste, eres y serás hasta que deje de sentir, de pensar, de escuchar, de hablar, de reír, de llorar alguien inmediblemente importante para mí.
Posiblemente todos estamos destinados a extrañarnos unos a otros, a pensar en lo que fue y en lo que será todo, con unos y otros o sin estos. Quizás todos sentimos esa sensación vacía y llena de dolor cuando lega la hora de un adiós y sin más razón tenemos que fingir que todo pasó. Es extraño cuando despiertas una mañana y todo lo que un día fue, dejó de ser en ese mismo instante. Es extraño como un día estas y al otro tan solo formas parte de un recuerdo. Es curioso ver como, en realidad, estamos paseando, evolucionando al ritmo de la vida. Sin pensar en el valor de esta.
Dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo a cosas que no servirán de nada en un próximo futuro, sin pensar en ese tiempo perdido avanzas sin mirar atrás. De repente parece ser que llega el día de tomar decisiones, de decidir quien eres o quien serás o quien quieres ser. Sea como sea es  hora de decidir que momentos, personas, imágenes, sueños, ideas formaran parte de ese yo. Ese yo tan difícil de encontrar, ese yo verdadero que luche por llegar a donde nadie ha llegado. Y es que todos somos una composición de ese yo anterior, de esos momentos que forman parte de tus recuerdos, de tus sentimientos, de tu forma de hablar, de reír, de esa mirada. Esa mirada que se fija en tus ojos y forma parte de ese día que marcará un antes y un después en tu vida.
Hoy no se quien ser, no se quien soy y no se quien seré pero sé que en mis recuerdos estará todo aquello que tuvo un gran significado en mí, que mi mirar reflejará todas aquellas miradas que marcaron mis días con un antes y un después. Se que mi voz  trasmitirá todo ese conjunto de palabras que en mi sembraron un día. Sé que mi ira, rabia y dolor será fruto del daño que en mi causaron. Sé que mi felicidad será el conjunto de momentos inolvidables que marcaron mi vida de una forma inimaginable. Sé que mi rostro será el reflejo del paso del tiempo de la vida. Y hasta el último día de mi vida mis manos serán las traductoras de lo que mi mente pide a gritos  gritar. Porque si es cierto que no se quien soy, que no se quien seré y que no tengo del todo claro quien quiero ser, pero lo que si veo con total claridad es que quiero ser el conjunto de todo lo maravilloso que a mi vida ha llegado. Para así, aportar toda esa magia  que en mi haya a ese nuevo yo que está por llegar.



28 marzo, 2012


Dicen que la vida es una continua monotonía, en la que los sucesos se repiten a tal velocidad que son imposibles de frenar. 

Aparecemos y desaparecemos de la nada. Nacemos y crecemos madurando con el paso del tiempo, gracias a las pruebas del juego de la vida. Obedecemos y desobedecemos los consejos de los errores que han cometido otras personas, temiendo a cometer los mismos. 
Quizás, todos tenemos esa necesidad de sobre protección, esa necesidad de decir que hacer en cada momento, para que nadie mientras podamos evitarlo, tropiece y se haga daño. Tal vez no pensamos en lo necesario que es caer, para así también aprender a levantarse. Lo necesario que es aprender a vivir desde distintos puntos de vista, y la dicha de haber tenido la sensación de sentir todos los estados de animo a los que la vida nos enfrenta.
Estamos tan acostumbrados a que nos guíen por un camino u otro, ya sea el bueno o el malo que nos olvidamos de nuestras propias decisiones. Olvidando la necesidad de equivocarse para rectificar y seguir creciendo como persona o acertar para sentir esa dicha por tal satisfacción. Se nos olvida quizás, que vivimos en un mundo contra reloj, en el que podemos poseer cualquier cosa menos el tiempo. Un mundo que compra y vende hasta los componentes del propio mundo, pero no compra ni vende el tiempo.

Quizás, ahora es cuando pensemos que en este juego de la vida lo importante no es evitar el dolor o evitar equivocarse, si no aprender a levantar la cabeza cuando la vida te ha puesto tanto a prueba que sientes que no es necesario mas tiempo. Que tu juego ya acabó. Lo importante es crecer y aprender a saltar los obstáculos, viviendo y avanzando con nuestros errores, acertando y fallando para poder pasar por todas las fases del juego, sin rendirse, luchando hasta que llegar el minuto cero.